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En la Cumbre Mundial 2005, todos los Jefes de Estado y de Gobierno afirmaron la responsabilidad de proteger a las poblaciones frente al genocidio, los cr¨ªmenes de guerra, la depuraci¨®n ¨¦tnica y los cr¨ªmenes de lesa humanidad. La responsabilidad de proteger se basa en tres pilares igual de importantes: la responsabilidad de cada Estado de proteger a sus poblaciones (primer pilar); la responsabilidad de la comunidad internacional de ayudar a los Estados a proteger a sus poblaciones (segundo pilar); y la responsabilidad de la comunidad internacional de proteger a las poblaciones de un Estado cuando es evidente que este no logra hacerlo (tercer pilar). La aprobaci¨®n de este principio en 2005 constituy¨® un compromiso firme que despert¨® grandes expectativas sobre un futuro libre de este tipo de cr¨ªmenes.

Habida cuenta de la diversidad y la intensidad de las crisis que se est¨¢n produciendo en todo el mundo, muchos son los que se sienten obligados a decir que la responsabilidad de proteger no ha dado resultados. Sin embargo, se han observado avances importantes en el desarrollo del principio y en el dise?o de medidas pr¨¢cticas para su aplicaci¨®n plena que ofrecen una imagen m¨¢s optimista. Para definir los siguientes pasos en la aplicaci¨®n del principio de la responsabilidad de proteger se deben tener en cuenta ambos factores.

Retos

No cabe duda de que, a pesar del progreso realizado, a¨²n queda mucho por hacer para alcanzar el objetivo fijado en 2005. Los acontecimientos sumamente preocupantes que se han producido en los ¨²ltimos a?os amenazan con ampliar la brecha entre el compromiso adquirido por los Jefes de Estado y de Gobierno y la realidad cotidiana a la que se enfrentan las poblaciones de todo el mundo.

En la actualidad, hay diversas situaciones en las que las poblaciones sufren el riesgo de ser v¨ªctimas de cr¨ªmenes que podr¨ªan evitarse a trav¨¦s de la responsabilidad de proteger, o en las que ya se est¨¢n produciendo dichos cr¨ªmenes. Estas crisis est¨¢n teniendo lugar en un contexto de retroceso del internacionalismo, de disminuci¨®n del respeto por el derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos, de desuni¨®n pol¨ªtica dentro de ¨®rganos fundamentales de adopci¨®n de decisiones, como el Consejo de Seguridad, y de elevado nivel de derrotismo en lo relativo a la promoci¨®n de programas ambiciosos como el de protecci¨®n.

Hemos sido testigos de un incumplimiento alarmante de principios fundamentales del derecho internacional. En muchos de los conflictos armados que han estallado en los ¨²ltimos a?os, las partes implicadas vulneran de manera consciente el derecho internacional humanitario, y estamos viendo ataques generalizados y flagrantes contra espacios civiles protegidos, como hospitales y colegios, y contra personas protegidas, como los trabajadores humanitarios y sanitarios.

El asedio de las comunidades civiles en la Rep¨²blica ?rabe Siria y la negaci¨®n de socorro humanitario resultan especialmente preocupantes, puesto que generan un sufrimiento inimaginable. En nuestra era, los civiles que residen en zonas en conflicto no deber¨ªan tener que enfrentarse a la amenaza de inanici¨®n o muerte por falta de asistencia m¨¦dica b¨¢sica. Los periodistas y los defensores de los derechos humanos tambi¨¦n siguen representando un porcentaje alarmante entre las v¨ªctimas de estas situaciones.

Un dato descorazonador es que, a pesar de la aparici¨®n de grupos armados violentos no estatales, las fuerzas armadas y la milicia auxiliar de los Estados siguen cometiendo las violaciones m¨¢s graves del derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos, que podr¨ªan considerarse cr¨ªmenes atroces. Asimismo, los Gobiernos no est¨¢n obligando a los autores de cr¨ªmenes atroces a rendir cuentas de sus acciones. En el plano internacional, algunos Estados partes en el Estatuto de Roma, por el que se estableci¨® la Corte Penal Internacional, no est¨¢n cooperando con dicho organismo, e incluso est¨¢n tomando medidas para retirarse del Estatuto con el fin de evitar la investigaci¨®n y el enjuiciamiento de cr¨ªmenes atroces. El Consejo de Seguridad es cada vez m¨¢s reacio a remitir casos a la Corte, puesto que no hay duda de que algunos dirigentes pol¨ªticos buscan la impunidad ante la responsabilidad jur¨ªdica.

Oportunidades

Un an¨¢lisis sincero nos obliga a enfrentarnos a la triste realidad anteriormente descrita. No obstante, tambi¨¦n debemos tener en cuenta otros elementos que apuntan en una direcci¨®n positiva. Se han logrado grandes avances desde 2005.

En primer lugar, no cabe duda de que nuestra colaboraci¨®n con los Estados Miembros y los di¨¢logos anuales oficiosos llevados a cabo en la Asamblea General sobre la responsabilidad de proteger se?alan hacia un consenso sobre numerosos elementos fundamentales de este principio. Existe un acuerdo sobre el hecho de que la prevenci¨®n es el eje de la responsabilidad de proteger, de que los esfuerzos por ayudar a los Estados a cumplir sus responsabilidades de protecci¨®n deben respetar el principio de la titularidad nacional, de que cualquier acci¨®n colectiva internacional debe hacer uso de todas las medidas diplom¨¢ticas, pol¨ªticas y humanitarias y de que las fuerzas militares deben considerarse exclusivamente como ¨²ltimo recurso.

En segundo lugar, todos los ¨®rganos intergubernamentales esenciales de las Naciones Unidas han reflexionado sobre la responsabilidad de proteger y han hecho referencia a este principio, y en algunos casos han aprobado tanto resoluciones tem¨¢ticas como espec¨ªficas de un pa¨ªs sobre esta cuesti¨®n. El Consejo de Seguridad se ha referido a la responsabilidad de proteger en m¨¢s de 50 resoluciones y declaraciones de la Presidencia. El Consejo de Derechos Humanos ha hecho referencia a este principio en diversas resoluciones, la ¨²ltima de ellas la resoluci¨®n sobre la justicia de transici¨®n, de 30 de septiembre de 20161. Adem¨¢s, se ha publicado como documento oficial de las Naciones Unidas el Marco de An¨¢lisis para Cr¨ªmenes Atroces elaborado por la Oficina sobre la Prevenci¨®n del Genocidio y la Responsabilidad de Proteger2, que se ha difundido y utilizado tanto dentro de la Organizaci¨®n como fuera de ella como apoyo para las labores de alerta e intervenci¨®n tempranas.

En tercer lugar, en el ¨²ltimo decenio se han establecido redes regionales y mundiales de puntos focales especializados en la responsabilidad de proteger y en la prevenci¨®n del genocidio y de cr¨ªmenes atroces, que pueden respaldar la construcci¨®n de las estructuras nacionales y regionales necesarias para poner en pr¨¢ctica este principio y fomentar el intercambio de buenas pr¨¢cticas y conocimientos especializados. Existen Grupos de Amigos de la Responsabilidad de Proteger interregionales en Nueva York y en Ginebra, que tienen m¨¢s de 50 miembros. Asimismo, se est¨¢n llevando a cabo iniciativas importantes para concienciar a los legisladores y a los parlamentarios sobre la responsabilidad de proteger. Es necesario respaldar estas labores fundamentales.

Pr¨®ximos pasos

No hay duda de que es necesario mantener el progreso realizado, as¨ª como realizar esfuerzos adicionales para llegar a un acuerdo sobre los puntos de controversia. Desde una perspectiva conceptual, por ejemplo, los Estados Miembros han solicitado aclaraciones adicionales sobre la base prevista para adoptar medidas colectivas en el marco del tercer pilar de la responsabilidad de proteger, especialmente para examinar la autorizaci¨®n por parte del Consejo de Seguridad del empleo de fuerzas militares en caso de que sea evidente que un Estado no logra proteger a sus poblaciones.

Adem¨¢s, si bien los Estados Miembros han puesto de relieve en repetidas ocasiones que respaldan la prevenci¨®n de cr¨ªmenes atroces, no se ha traducido de manera suficiente en un apoyo concreto a las estrategias de prevenci¨®n. Resulta necesario analizar con honestidad las vulnerabilidades nacionales. Las Naciones Unidas siempre han insistido en que ning¨²n Estado ni ninguna regi¨®n puede considerarse inmune al riesgo de sufrir cr¨ªmenes atroces, y que todos los Estados deben empezar por centrarse en las responsabilidades previstas para ellos en el primer pilar. La prevenci¨®n de los cr¨ªmenes atroces debe empezar en casa. Un cumplimiento sostenible requiere la cooperaci¨®n de los diferentes poderes del Estado, de la sociedad civil y de agentes del sector privado, con miras a elaborar pol¨ªticas espec¨ªficas y lograr una cultura de prevenci¨®n s¨®lida. A nivel interno, cada sociedad debe analizar sus factores de riesgo y sus fuentes de resiliencia, as¨ª como responder a trav¨¦s de soluciones espec¨ªficas que sean lo m¨¢s apropiadas posible para el contexto. Es posible utilizar los procedimientos existentes, como el examen peri¨®dico universal del Consejo de Derechos Humanos, para animar a los Estados a evaluar los riesgos de atrocidades a largo plazo e identificar medidas para mitigarlos. Obviamente, para ello se requiere una transferencia de la responsabilidad de proteger desde las c¨¢maras diplom¨¢ticas de Nueva York, Ginebra y los centros regionales a los mecanismos encargados de la formulaci¨®n de pol¨ªticas en el plano nacional. Las Naciones Unidas seguir¨¢n respaldando todas las labores destinadas a reforzar la resiliencia frente a cr¨ªmenes atroces a trav¨¦s de medidas de prevenci¨®n. El nuevo Secretario General ha manifestado un inter¨¦s claro por hacer de la prevenci¨®n un elemento central de su agenda.

Sin embargo, el principal obst¨¢culo sigue siendo los obvios intereses pol¨ªticos de Estados poderosos que se esfuerzan por evitar la intervenci¨®n temprana para hacer frente a situaciones de riesgo para las poblaciones. Esto fue claramente lo que sucedi¨® cuando la crisis de la Rep¨²blica ?rabe Siria se intensific¨® durante el verano de 2011, y ha seguido impidiendo la adopci¨®n de medidas decisivas mientras la guerra civil ofrec¨ªa ejemplos cada vez m¨¢s frecuentes y violentos de cr¨ªmenes atroces. Hemos visto esta misma situaci¨®n en casos m¨¢s recientes, concretamente en el Yemen.

Tenemos que encontrar la forma de ampliar la base pol¨ªtica del Consejo de Seguridad para lograr una acci¨®n colectiva "oportuna y decisiva". Un buen punto de partida es lograr el compromiso de los miembros del Consejo de que no bloquear¨¢n ninguna medida destinada a hacer frente al riesgo de genocidio, cr¨ªmenes de guerra, depuraci¨®n ¨¦tnica y cr¨ªmenes de lesa humanidad. Existen iniciativas espec¨ªficas en curso cuyo objetivo es lograr este compromiso, de las que soy un defensor pleno. Asimismo, tenemos que aprender a evitar atrocidades en caso de que no exista unidad en el Consejo.

Hay ocasiones en las que los bloqueos a nivel pol¨ªtico general ofrecen la oportunidad de que otros agentes tomen la iniciativa, especialmente en el plano nacional, subregional y regional. Este ha sido el caso de los esfuerzos masivos y coordinados llevados a cabo para facilitar asistencia humanitaria a la poblaci¨®n siria por parte de las Naciones Unidas, los Estados Miembros y los agentes de la sociedad civil, en colaboraci¨®n los unos con los otros.

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Durante el ¨²ltimo decenio hemos aprendido que la acci¨®n colectiva y coordinada puede influir de manera decisiva. El pr¨®ximo per¨ªodo de aplicaci¨®n del principio de la responsabilidad de proteger debe basarse en los avances concretos ya realizados, y extraer las lecciones aprendidas en iniciativas de protecci¨®n previas. Esta intensificaci¨®n de nuestro compromiso colectivo garantizar¨¢ que el principio siga inspirando y catalizando la acci¨®n, adem¨¢s de ofrecer una protecci¨®n m¨¢s eficaz para todas las poblaciones.

Notas

1?A/HRC/RES/33/19.
2?´¡/70/741¨C³§/2016/71.