11 de julio de 2022

Se espera que, a finales de este a?o, el 15 de noviembre de 2022, la población mundial alcance los 8.000 millones. Hace 75 a?os, en 1952, se encontraba en los 2.500 millones y, dentro de 70 a?os, en 2092, habrá crecido en otros 2.500 millones respecto a las cifras actuales. El crecimiento de la población mundial ha dominado la historia demográfica durante décadas y seguirá siendo una tendencia predominante durante muchos a?os más. No obstante, bajo esta tendencia subyace una diversidad demográfica cada vez mayor. Es necesario asumir esta diversidad para comprender y abordar las preocupaciones cada vez más divergentes de los países que sufren cambios demográficos, y debemos apoyar un desarrollo sostenido y sostenible.

Las tendencias demográficas globales esconden una gran diversidad

En 1994, las inquietudes generalizadas respecto al crecimiento de la población reunieron a los líderes mundiales en la . Sin embargo, en la actualidad los países se enfrentan a una variedad mucho más amplia de cambios demográficos. A lo largo de décadas anteriores, todas las regiones del mundo han vivido notables mejoras en la esperanza de vida y un descenso de las tasas de fecundidad, lo que explica el rápido envejecimiento de la población en todas partes, aunque existen grandes diferencias entre zonas. El crecimiento de la población se concentra actualmente en los países más pobres del mundo, que se mantienen en una fase relativamente temprana de la transición demográfica, mientras algunos de los países más ricos comienzan a ver un descenso demográfico. Este declive ya se había producido antes, principalmente en tiempos de guerras y hambrunas, pero, en esta ocasión, es diferente.

A nivel global, la pérdida de población viene motivada por unos niveles de fecundidad bajos que siguen descendiendo. En ; en 2021, este porcentaje escaló hasta el 60 %. La inmigración neta ha evitado el descenso demográfico, por ejemplo, en algunos países de Europa Occidental, pero una alta emigración neta ha exacerbado este declive en algunos de sus vecinos de Europa Oriental.

Crecientes preocupaciones sobre los cambios demográficos

Una mayor diversidad demográfica se traduce en preocupaciones divergentes sobre el cambio demográfico. Y es que, mientras a algunos de los países más pobres les inquieta poder satisfacer las necesidades de una amplia y creciente población, algunos de los más ricos están preocupados por cómo fomentar la natalidad. Así pues, los países persiguen cada vez más políticas demográficas divergentes con objetivos opuestos. Por otra parte, a lo largo del tiempo, algunos países han ido ajustando sus políticas en materia de población en respuesta a realidades demográficas nuevas y emergentes. Han pasado de políticas centradas en reducir los niveles de fecundidad a políticas explícitamente pronatalidad que buscan aumentar estas tasas. Estos cambios en las políticas se deben a las preocupaciones en torno al cambio demográfico. Lo que más suele inquietar es que el envejecimiento y el descenso de la población resulten en déficit de mano de obra y escasez de cualificaciones, debiliten la productividad económica y la innovación, ralenticen el crecimiento y el desarrollo económicos, impongan una presión fiscal insostenible sobre los gobiernos y las personas, conduzcan a cambios culturales y étnicos en las sociedades y socaven el poder político y militar de los países. Estos miedos demográficos se hacen evidentes no solo en medios populistas, sino también en la esfera del debate político y de la literatura académica, que habla de nuevas "caídas de la población".

Sean o no justificadas, exageradas o equivocadas estas preocupaciones, los cambios demográficos tienen sin duda implicaciones de largo alcance para el desarrollo sostenible. El Secretario General de las Naciones Unidas identificó el cambio demográfico como una de las megatendencias que están influyendo en gran medida en el progreso de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Estos trazan los objetivos de proporcionar bienes y servicios esenciales a la población, como comida, agua, energía, vivienda, infraestructuras, salud, educación y protección social, así como perspectivas de pleno empleo, mejores condiciones de vida y menores presiones medioambientales. Satisfacer las necesidades y elevar las condiciones de vida de una población mundial amplia y creciente requerirá de unos niveles de producción más altos y resultará en un mayor consumo. Sin reformas verdes del sector energético, manufacturero y del transporte, así como cambios en los comportamientos humanos, esto no hará más que aumentar la presión sobre nuestro entorno natural.

Madres esperando a que una matrona atienda a sus bebés en el Hospital subprovincial de nivel?4 de Ntimaru en Kehancha, condado de Migori, Kenya, 8 de junio de 2022. UNFPA

Nuevo enfoque hacia las políticas demográficas

Las preocupaciones sobre los cambios demográficos han sacado a la palestra cuestiones relativas a la existencia de un tama?o ideal de la población relacionado con la noción de una población estable y un interés reforzado en la política demográfica. Desde hace tiempo se piensa que la tasa de fecundidad ideal es de 2,1, pero ?qué significa esto exactamente? Defender una tasa del 2,1 cuando la población mundial era de 4.000 millones es muy diferente que utilizar el mismo argumento cuando la población ha alcanzado los 8.000. La única forma de explicarlo es que existan tanto un interés predominante en cifras demográficas estables como un miedo por que se produzca cualquier cambio demográfico. Mientras el status quo puede resultar cómodo para muchos, tenemos que reconocer que la noción de una población estable no es realista. La única constante es el cambio, lo que se aplica también a las transformaciones demográficas, por lo que conviene asumirlo.

Cualquier esfuerzo por definir y lograr un tama?o demográfico ideal tenderá a fallar. En primer lugar, no estamos de acuerdo en un conjunto común de criterios a la hora de definir este tama?o ideal. ?Se trata de definir el tama?o de la población que necesitamos para garantizar la solvencia de las pensiones y satisfacer las demandas de mano de obra de las empresas, o para minimizar el impacto medioambiental de la actividad humana en la actualidad o en el futuro?

En segundo lugar, aunque llegáramos a un acuerdo sobre estos criterios generales, no contamos con los instrumentos para conseguir un tama?o demográfico ideal. Los esfuerzos por fomentar la natalidad suelen tener efectos temporales, pero no han resultado en un giro radical sostenido.

Por último, aunque supiéramos cómo impulsar la fecundidad, tendríamos que decidir si debiera tratarse de una política temporal o permanente. Si fuera temporal, solo pospondría los diferentes desafíos del envejecimiento y el descenso demográficos; si fuera permanente, provocaría toda una serie de otros problemas.

La centralidad de los derechos y las elecciones reproductivas

De entre los tres principales factores determinantes del cambio demográfico (natalidad, esperanza de vida y migración neta), la mayor parte de las políticas demográficas se centran en la natalidad. Es así porque la esperanza de vida solo tiene una dirección de cambio aceptable, y la migración se suele ver como una tema muy sensible o complicado de abordar por parte de los responsables de políticas. Con cierta cautela, la diferencia entre los niveles de natalidad deseados y los reales se puede interpretar como un espacio para una intervención basada en derechos para ayudar a la gente a lograr sus preferencias en materia de fecundidad. En los países más pobres, un número relativamente alto de mujeres tiene más hijos de los que desea: hasta la fecha, hay unos 222 millones de mujeres con una necesidad no cubierta de planificación familiar. En otros países, un número de mujeres en rápido aumento desea tener más hijos. Sin duda, se puede hacer más en todas las regiones del mundo por apoyar a las mujeres y sus parejas a la hora de lograr sus preferencias en materia de fecundidad.

La edición de este a?o del informe insignia del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), , destacó los embarazos no intencionales. El informe mostró que no solo muchas mujeres tienen más hijos de los que quieren, sino que también gran parte de ellas no puede planificar y espaciar los nacimientos como les gustaría. Según el documento, en torno a la mitad de todos los embarazos a nivel mundial no son intencionales, y más de la mitad de ellos terminan en abortos, independientemente del contexto legal. La incapacidad asombrosamente común de las mujeres de controlar sus propios cuerpos y la reproducción representa un importante fallo de las sociedades a la hora de garantizar uno de los derechos humanos más básicos, el de la autonomía corporal.

En resumen, unas políticas que ayuden a la gente a lograr la fecundidad deseada pueden ser perfectamente compatibles con los derechos humanos fundamentales y servirles de apoyo. Ahora bien, existe cada vez más evidencia del hecho de que algunas de las políticas más problemáticas orientadas a controlar las cifras demográficas están siendo gradualmente reemplazadas por otras más complejas y difíciles orientadas a impulsar estos números. Por miedo a un descenso demográfico, algunos países están siendo menos ambiciosos en el fomento del acceso universal a planificación familiar; otros están restringiendo el derecho al aborto; otros están prohibiendo la educación sexual en el currículo escolar; y otros están propagando estereotipos de género que van en contra del empoderamiento y la igualdad de las mujeres. Independientemente de cuál sea la situación demográfica de un país, esta no puede justificar políticas demográficas que socaven los derechos humanos básicos.

La trabajadora sanitaria Aydah Mohamed atendiendo a bebés recién nacidos en el Hospital Al Shaab en Aden, Yemen, 24 de febrero de 2022. UNFPA

Contra este contexto, surgen tres soluciones potenciales:

1.      Planificar con antelación a partir de datos demográficos. Pocos resultados en el ámbito de las ciencias sociales se pueden proyectar con un grado tan alto de fiabilidad como el cambio demográfico. Sí, existen diferencias notables entre las perspectivas poblacionales a lo largo de 100 a?os, pero estas son muy peque?as para los próximos 30 a?os, que es el período que realmente importa para la formulación de políticas. Los países deben hacer más esfuerzos sistemáticos por recopilar datos demográficos, producir proyecciones poblacionales y utilizarlas para la formulación de políticas. Si hubieran hecho esto en el pasado, las condiciones actuales de envejecimiento y descenso demográficos no habrían sorprendido a nadie y difícilmente se habrían considerado una "caída de la población" con implicaciones potencialmente explosivas. Los países deben tener en cuenta sistemáticamente el cambio demográfico en la formulación de estrategias, políticas y programas de desarrollo. Sin saber cuánta gente vive en nuestro planeta, cuántos a?os tienen y dónde viven, y cómo van a cambiar las cifras demográficas, las estructuras de edad y la distribución espacial, los países no podrán entender las necesidades actuales y futuras de sus habitantes. Sin información demográfica, las políticas basadas en evidencias y centradas en las personas se apoyarán más en la suerte que en el dise?o.

2.      Construir instituciones y sociedades resilientes. Los países deben considerar y planificar los cambios demográficos futuros, así como construir instituciones y sociedades que sean resilientes a ellos y puedan prosperar en medio de estas transformaciones. En lugar de centrarse en los esfuerzos por cambiar las cifras demográficas para satisfacer las necesidades de los sistemas económicos, por ejemplo, los países deben crear sistemas económicos que satisfagan las necesidades de la población.

3.      Perseguir políticas demográficas centradas en las personas. En lugar de políticas demográficas descendentes que se centran en objetivos demográficos mal definidos e inalcanzables, los países deben perseguir políticas demográficas centradas en las personas. Estas políticas deben centrarse en empoderar a las personas para lograr sus aspiraciones reproductivas a través del logro de una salud y unos derechos sexuales y reproductivos, y apoyar en lugar de socavar los derechos humanos fundamentales de manera más amplia. En muchos de los países más pobres, estas políticas contribuirían a reducir las tasas de fecundidad y desacelerar el crecimiento de la población. En otros, ayudarían a aumentar los niveles de natalidad y a detener el descenso demográfico. La única forma viable y aceptable de conformar el cambio demográfico es a través del empoderamiento de las personas.

Para sacar partido al poder de 8.000 millones de personas, será necesario mirar más allá del conjunto y empoderar a todas y cada una de ellas. Ahora bien, este reto es aún mayor como consecuencia de la pandemia de COVID-19. En base a una investigación llevada a cabo por el Banco Mundial, Oxfam ha estimado que, en 2022, el número de personas que viven sumidas en situación de pobreza extrema será más de 250 millones superior a lo previsto, de forma que se alcanzarán los . Hasta la fecha, millones de personas siguen viviendo en la pobreza y padecen hambre, no tienen acceso a servicios sanitarios o protección social, no cuentan con un trabajo decente y no pueden acceder a una educación primaria o secundaria. En particular, millones de mujeres carecen de igualdad de oportunidades. El mundo debe actuar al unísono y redoblar sus esfuerzos por implementar la Agenda 2030 y asegurar el progreso hacia los ODS. Es la única forma de descubrir el poder que tienen 8.000 millones de personas.

 

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