21 de mayo de 2023

La vida terrestre tiene una diversidad asombrosa. Est¨¢ formada por especies fundamentales que sostienen abundantes ecosistemas en todo el mundo. Estos sistemas son interdependientes y presentan un delicado equilibrio. Eliminar una especie fundamental puede suponer modificar dr¨¢sticamente o incluso destruir un ecosistema entero. Esta estructura es sorprendentemente fr¨¢gil, pero si se protege de la degradaci¨®n, tambi¨¦n puede ser incre¨ªblemente resiliente. La biodiversidad de la Tierra ¡ªsu flora, su fauna y sus microorganismos¡ª son los cimientos sobre los cuales ha emergido la existencia humana y de los que ahora dependemos totalmente para obtener nuestros medios de subsistencia, agua y aire limpios, alimentos, energ¨ªa y bienestar. Aunque los humanos compartimos el planeta con el resto de sus formas de vida, y formamos parte de su biodiversidad, tenemos un impacto desmedido sobre la salud de la Tierra. El reto inminente del siglo XXI es reconocer nuestro impacto y esforzarnos de verdad para avanzar hacia una existencia sostenible dentro de estos sistemas, en lugar de dominarlos o destruirlos.

En casi todos los aspectos, actualmente no estamos atendiendo a esta urgente necesidad. La biodiversidad de la Tierra est¨¢ desapareciendo a un ritmo alarmante. La Evaluaci¨®n global de la biodiversidad y los servicios ecosist¨¦micos de 2019, publicada por la Plataforma Intergubernamental Cient¨ªfico-Normativa sobre Diversidad Biol¨®gica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), constat¨® que , muchas de ellas en tan solo d¨¦cadas, a menos que tomemos medidas.

Las consecuencias del cambio clim¨¢tico y del uso voraz, mal administrado y a menudo corrupto de nuestros valiosos recursos naturales son la p¨¦rdida de h¨¢bitats; los conflictos entre el ser humano y los animales; el tr¨¢fico de fauna y flora silvestres y la caza furtiva; la contaminaci¨®n qu¨ªmica y por pl¨¢sticos; el aumento del nivel del mar, la acidificaci¨®n de los oc¨¦anos y la destrucci¨®n de nuestros arrecifes de coral; la erosi¨®n del suelo; y la deforestaci¨®n. Esta destrucci¨®n nos afecta a todos, pero sobre todo a los m¨¢s vulnerables. Un se?al¨® que, a pesar de que el cambio clim¨¢tico es un fen¨®meno mundial, las personas y los pa¨ªses sumidos en la pobreza se ven afectados de forma m¨¢s grave por sus efectos negativos. Seg¨²n el , publicado por las Naciones Unidas, casi 500 millones de personas dependen, al menos en parte, de la pesca en peque?a escala, que representa el 90 % del empleo en la pesca en todo el mundo.

Edward Norton, Embajador de Buena Voluntad de las Naciones Unidas para la Biodiversidad. Foto: Vava Ribeiro

Sin embargo, ?existe un camino para progresar? No podemos demorar la respuesta a esta pregunta. La respuesta debe ser un ¡°s¨ª¡± rotundo, porque nuestra supervivencia depende de ello. Mi esperanza no procede de una creencia quijotesca en una soluci¨®n m¨¢gica, sino de ser testigo y comunicarme con conservacionistas, cient¨ªficos, pueblos ind¨ªgenas, gobiernos y millones de personas cuyo objetivo es conservar la biodiversidad para que todas las personas y criaturas puedan compartir de forma sostenible la abundancia de la Tierra, en el presente y en el futuro.

Para abordar estos retos se han propuesto grandes ideas, como la venta de cr¨¦ditos de compensaciones de las emisiones de carbono, el pago por los servicios ecosist¨¦micos, la remodelaci¨®n de la financiaci¨®n de la conservaci¨®n y el ecoturismo. Existen programas ambiciosos, como el de la E. O. Wilson Biodiversity Foundation, cuyo fundador, E. O. Wilson (1929-2021), que solo apartando la mitad del planeta como reserva, o incluso m¨¢s, podemos salvar la parte viva del medio ambiente y lograr la estabilizaci¨®n necesaria para nuestra propia supervivencia. Tambi¨¦n se han firmado tratados internacionales, como el acuerdo negociado recientemente conocido como el , que establecer¨¢ la protecci¨®n del medio marino en aguas internacionales y fijar¨¢ normas a escala mundial para evaluar la actividad comercial en los oc¨¦anos, entre otras medidas de protecci¨®n solicitadas hace mucho tiempo. Por ¨²ltimo, se est¨¢n produciendo cambios de paradigma centrados en el compromiso de la comunidad local, la lucha contra el blanqueo ecol¨®gico y la inversi¨®n en iniciativas gestionadas por las comunidades, y todos ellos convergen en la sensibilizaci¨®n, el fomento de la innovaci¨®n y la creaci¨®n de una v¨ªa para el cambio progresivo. Debemos intensificar nuestros esfuerzos.

Hace m¨¢s de sesenta a?os, en 1962, Rachel Carson impuls¨® el movimiento comunitario a favor del medio ambiente con la publicaci¨®n de su libro Primavera silenciosa. En ¨¦l, describi¨® las consecuencias involuntarias del uso de plaguicidas qu¨ªmicos, especialmente del compuesto conocido como DDT, en nuestros cultivos. Carson explic¨® meticulosamente c¨®mo los plaguicidas qu¨ªmicos no afectan exclusivamente a los insectos a los que van dirigidos. El DDT entr¨® en la cadena alimentaria a trav¨¦s del agua, contribuyendo a la destrucci¨®n de las poblaciones de aves y peces. Se acabaron encontrando trazas de DDT en las personas, incluso sin que hubieran tenido una exposici¨®n directa. A pesar de la intensa oposici¨®n de la industria qu¨ªmica a los descubrimientos revelados en el libro, el trabajo de Carson prevaleci¨®. En los Estados Unidos, trajo consigo la creaci¨®n de la Agencia de Protecci¨®n Ambiental por parte del Presidente Richard Nixon en 1970, la aprobaci¨®n de la Ley de Agua Limpia en el Congreso en 1972 y la aprobaci¨®n de la Ley de Especies Amenazadas, tambi¨¦n en el Congreso, en 1973. Diez a?os despu¨¦s de la publicaci¨®n de Primavera silenciosa, en 1972, se prohibieron la mayor¨ªa de los usos de DDT en los Estados Unidos.

En nuestro mundo, que se rige por la tecnolog¨ªa, la naturaleza proporciona refugio y consuelo de nuestra existencia industrializada. Pero lo que es m¨¢s importante, la biodiversidad proporciona a la humanidad su propio sustento. Conforme nos enfrentamos a los retos del cambio clim¨¢tico, debemos reconocer que no somos m¨¢s que una de las muchas especies que forman parte del ¨¢rbol de la vida. Tal y como Carson expres¨® de forma tan sencilla y elegante en Primavera silenciosa, ¡°en la naturaleza nada existe aislado¡±.

 

La °ä°ù¨®²Ô¾±³¦²¹?°¿±·±«? no?constituye un registro oficial. Tiene el privilegio de acoger a los altos funcionarios de las Naciones Unidas, as¨ª como a distinguidos colaboradores de fuera del sistema de las Naciones Unidas cuyas opiniones no son necesariamente las de las Naciones Unidas. Del mismo modo, las fronteras y los nombres que se muestran y las designaciones utilizadas en los mapas o en los art¨ªculos no implican necesariamente un apoyo o una aceptaci¨®n por parte de las Naciones Unidas.?