Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, ha hecho un llamamiento a todas las partes beligerantes para que depongan las armas y se sumen a la batalla contra el COVID-19, el enemigo com¨²n que est¨¢ amenazando a toda la humanidad. Si bien el mensaje del Secretario General va dirigido a las partes en los conflictos armados, todos debemos colaborar para hacer frente a esta pandemia mundial.

El COVID-19 afecta sobre todo a los grupos m¨¢s vulnerables de nuestra sociedad, como las personas de edad y las que padecen trastornos de salud cr¨®nicos pero tambi¨¦n puede poner en peligro a los j¨®venes y a las personas que gozan de buena salud y puede causar m¨¢s muertes que cualquiera de las otras pandemias a las que nos hemos enfrentado a lo largo de nuestra vida. Esta pandemia demuestra con toda crudeza que vivimos en un mundo interconectado en el que lo que ocurre en una parte del planeta puede afectar al resto. Pero formar parte de una comunidad mundial puede fomentar un cambio positivo, ya que, cuando las personas adoptamos una actitud positiva nuestras acciones pueden repercutir en nuestras ciudades, nuestros estados, nuestros pa¨ªses y al mundo en general y contribuir a lograr una transformaci¨®n positiva en las vidas de las personas.

Al igual que el Secretario General instaba a las partes beligerantes a deponer las hostilidades y dejar a un lado la desconfianza y la animadversi¨®n, la comunidad acad¨¦mica mundial, incluidos estudiantes, educadores e investigadores puede y debe contribuir a combatir esta pandemia. Por ejemplo, los j¨®venes pueden practicar el distanciamiento social para reducir la propagaci¨®n del virus y salvar las vidas de otras personas; los educadores pueden seguir impartiendo clases para que los estudiantes no pierdan un a?o acad¨¦mico, puedan finalizar sus estudios y salir al mundo para aplicar sus conocimientos e intentar resolver los numerosos problemas a los que nos enfrentamos como miembros de la comunidad mundial; los investigadores pueden continuar con su importante labor tratando de desarrollar una vacuna e investigando los efectos de esta pandemia para que podemos estar mejor preparados para responder a los brotes epid¨¦micos que puedan producirse a nivel mundial en el futuro; y todos podemos buscar v¨ªas seguras para ayudar a las personas vulnerables de nuestra comunidad y mostrar solidaridad con los dem¨¢s cuando lo necesiten. El coronavirus no solo tendr¨¢ un elevado costo f¨ªsico y econ¨®mico sino tambi¨¦n mental y debemos estar todos juntos para luchar contra el aislamiento y la soledad. ??

El mundo al que regresaremos despu¨¦s de esta pandemia ser¨¢ diferente. La interrupci¨®n de toda actividad para detener la propagaci¨®n de la enfermedad ha sumido el mundo en un caos pero esta situaci¨®n nos ofrece asimismo la oportunidad de pararnos a pensar y replantearnos nuestro modo de vivir, qu¨¦ es lo que valoramos a nivel individual y colectivo y qu¨¦ cambios debemos introducir para que las futuras generaciones puedan heredar un mundo seguro y capaz de proteger a los grupos m¨¢s vulnerables.

Debemos preguntarnos: ?Cu¨¢les son las nuevas conductas y pr¨¢cticas que debemos dejar atr¨¢s para que cuando termine este brote epid¨¦mico el mundo sea un lugar mejor para vivir? En estos momentos dif¨ªciles podemos demostrar al mundo que con el COVID-19 tambi¨¦n podemos propagar actos de solidaridad contagiosos y crear una pandemia mundial de amabilidad y compasi¨®n para ayudar a sanar al mundo.

EL SECRETARIO GENERAL: LLAMAMIENTO Al ALTO EL FUEGO

Nuestro mundo se enfrenta a un enemigo com¨²n: el COVID-19.?

El virus no entiende de nacionalidades ni de etnias, de facciones ni de fe religiosa. Ataca a todos de forma implacable.

Mientras tanto, los conflictos armados persisten en todo el mundo. ?

Los grupos m¨¢s vulnerables ¡ªlas mujeres y los ni?os, las personas con discapacidad y las personas marginadas y desplazadas¡ª pagan el precio m¨¢s alto.

Tambi¨¦n tienen el mayor riesgo de sufrir p¨¦rdidas devastadoras a consecuencia del COVID-19.

No olvidemos que en los pa¨ªses asolados por las guerras los sistemas de salud han dejado de funcionar.

Los profesionales sanitarios, que son escasos, a menudo han sido objeto de ataques.?

Los refugiados y otros desplazados por los conflictos violentos son doblemente vulnerables.

La furia del virus ilustra la locura de la guerra.

Por ello estoy aqu¨ª hoy exigiendo un alto el fuego inmediato en todas partes del mundo.?

Es momento de dejar a un lado los conflictos armadas para centrarnos todos juntos en la aut¨¦ntica batalla de nuestras vidas.

Insto a las partes beligerantes a:?

deponer las hostilidades. ?

dejar a un lado la desconfianza y la animadversi¨®n.?

silenciar las armas; parar la artiller¨ªa; poner fin a los ataques a¨¦reos.?

Estas medidas son cruciales¡­

para contribuir a crear pasillos que permitan la entrada de la asistencia para salvar vidas.

para abrir ventanas valios¨ªsimas para la diplomacia.?

para llevar la esperanza a lugares que est¨¢n entre los m¨¢s vulnerables al COVID-19.?

Aprendamos de las coaliciones y las iniciativas de di¨¢logo que est¨¢n surgiendo poco a poco entre facciones rivales a fin de buscar enfoques conjuntos para luchar contra el COVID-19. ?Pero necesitamos mucho m¨¢s.

Poner fin a la enfermedad de la guerra y luchar contra esta otra enfermedad que est¨¢ causando estragos en el mundo.

Empecemos por abandonar los combates en todo el mundo. Ya.

Eso es lo que necesitamos los seres humanos, ahora m¨¢s que nunca.

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